IMPRESCINDIBLES
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Una de mis últimas reflexiones vitales, de esas que se hacen en la intimidad, es sobre la próxima pérdida de muchos seres queridos. Y me viene a la memoria esa expresión de "todos somos prescindibles" como si fuésemos una función con patas, como si el valor que tiene nuestra existencia (que no vida "provisional") fuese la de ser útiles (como diría Robin Williams como buen robot, en "el hombre bicentenario").
Pues en esta etapa de mi vida, proclamo a los 4 vientos que todas las personas que "se han ido" NO ERAN PRESCINDIBLES. Hay algo único, amoroso, que solo podían aportar ellos.
El sistema es así, proclamarán los más radicales, y es primordial desde un punto de vista zen la aceptación, paso primero para evitar el sufrimiento de la "no aceptación".
En mi opinión, sí el sistema es así, pero ninguna cosa ha cambiado para mejor si los humanos no hubiésemos puesto nuestra creatividad en marcha, nuestro sentido crítico, nuestro eterno trabajo multisecular para conseguir nuevos formatos de vida que mejoren nuestras vidas y la de los seres queridos.
Hay viento, sí, lo hay. Pero la mera aceptación no hubiese traído energía eólica a nuestro mundo (ahora aprovechada por algunos para "el mal"), la mera aceptación de un hecho, no implica que uno no lo pueda observar desde diferentes perspectivas.
Desde los que han luchado intentado encontrar vías de comunicación con los "prescindibles" que se fueron hasta los que investigan para incrementar la longevidad (supuestamente delimitada por los telómeros en 120 años) (no, no hablo de los transhumanistas que hábilmente usan nuestras necesidades para beneficios de otros).
Todo ser humano, con alma, sanamente desarrollado, es un potencial de creación cuya idiosincrasia única aporta talentos inimaginables, además del potencial de amor que marcará la vida de los que se queden sin ese amor y cuidados para siempre. No, no son prescindibles. Dejo la reflexión al otro lado de la cancha