La Tierra, hace 114 millones de años, un día poco después de despuntar el alba: la primera flor en existir sobre el planeta abre sus pétalos para recibir los rayos del sol.
A medida que la conciencia humana se fue desarrollando, las flores pudieron ser la primera cosa que los seres humanos valoraron sin que representaran un valor utilitario para ellos, es decir, sin que tuvieran alguna relación con su supervivencia.
Se dice que Buda pronunció una vez un "sermón silencioso" mientras contemplaba una flor. Al cabo de un rato, uno de los presentes,
un monje de nombre Mahakasyapa, comenzó a sonreír. Se dice que fue el único que comprendió el sermón. Según la leyenda, esa sonrisa (la realización) pasó a veintiocho maestros sucesivos y mucho después se convirtió en el origen del Zen.
La belleza de una flor pudo arrojar un breve destello de luz sobre la parte esencial más profunda del ser humano, su verdadera naturaleza
Eckhart Tolle. Una Nueva Tierra. Prólogo
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