EL DISCÍPULO APLICADO. HISTORIA ZEN
La dedicación y el celo de un discípulo de Kochi llamaba la atención a sus amigos y a los restantes acólitos.
Sin embargo, no impresionaba a su roshi. El joven se sentaba con seriedad en zazen durante todo el día y en ocasiones toda la noche, y se concentraba con considerable
gravedad.
Realizaba con el mayor de los empeños cualquier tarea que se le encomendaba.
Los restantes discípulos comentaban que si alguno de ellos merecía alcanzar rápidamente el satori, ése no podía ser otro que el discípulo aplicado.
Pero el roshi no compartía esta opinión y llamó al joven.
- ¿Por qué te aplicas tanto en el trabajo?
- Para conseguir el satori. Para eso estoy aquí.
- Ya veo.
El roshi reemprendió sus tareas y el discípulo las suyas.
El roshi atendía sus obligaciones y vivía su vida. El joven
aplicado se sentaba erguido, cruzaba sus manos, cerraba sus ojos con firmeza,
respiraba con regularidad y no se permitía una sola cabezada.
Sus curiosos compañeros esperaban verle llegar al satori en cualquier momento.
Sin embargo, pese a su empeño, y concentración, este momento
no llegaba. Finalmente fue a ver al roshi.
- Aunque medite durante muchas horas con gran diligencia y profundidad,
nada ocurre.
- Ya veo.
- ¿Qué debo hacer?
- Debes volver a tu casa. Aquí estás perdiendo el tiempo.
El discípulo quedó consternado. Intentó discutir con el roshi, quien
sin embargo, permaneció en silencio y sin responder,
hasta que el preocupado joven se levantó para abandonar la habitación.
Entonces el roshi le llamó
- Siéntate y te contaré algo. No has entendido mis palabras y debo
explicártelas. He dicho que perdías el tiempo aquí y hablaba en serio.
Verás por qué. El satori no es una meta hacia la que trabajar.
El zen es satisfactorio sin satori, porque es un medio que no precisa fin.
Lo mismo se puede decir de la vida. Nuestra vida no tiene una meta. Uno la vive.
Deberíamos meditar de esta misma forma. La meditación es un objetivo en sí misma.
No es un proceso que conduce a algo más. Es vida.
Pierdes tu tiempo al no darte cuenta de ello. Piensas sólo en el futuro y descuidas el presente. Peor aún, utilizas el presente para perseguir algo sobre lo que únicamente has leído y oído hablar. Piensas en el satori como un premio
a obtener, y crees realmente que serás diferente si éste llega.
Por tanto, estás perdiendo el tiempo. Vuelve a casa y vive.
Esto es lo que quería decirte y así lo he hecho.
Si no estuvieras tan ciego, te habrías dado cuenta tú mismo. E incluso
ahora, mientras hablo, estás esperando que surja algún tipo de comprensión de estas palabras sin valor. No has entendido nada.
El abrumado discípulo se retiró. Sin embargo no volvió a su casa.
Se sentó en silencio con los demás.
Algunas noches meditaba en el jardín. Continuó
No sabemos si alcanzó o no el satori.
En cualquier caso, no importa para la historia.
Constancia
-
Erase una vez una pequeña cabra, que casi siempre dudaba de todo.
Vivía con humanos desde que nació y no sabía que era una montaña, aunque
vivía rodeada...
Hace 1 año
2 comentarios
Ojalá tenga la sabiduría suficiente para aplicarme el cuento.
ResponderEliminarGracias.
Un abrazo.
(por cierto, te lo voy a "robar")
Encantada Soledad de que lo "robes". Todo lo que tengo en mis blogs es para compartir, porque creo que si un aporte mio puede servir para mejorar la vida de alguien, sería un crimen actuar con esa "idea" como algo que pueda poseer.
ResponderEliminarUn abrazo para ti:)
Flor